UN AÑO YA

Justo el día de hoy hace un año atrás me dijiste que no podía ser, que odiabas las circunstancias, el momento y la vida que te tocó, con ello, arrancaste mis ilusiones, te llevaste mi alegría, me sumergiste en el dolor... hace un año mi mundo se derrumbó y casi se extinguió mi vida...

Hundida en la tristeza y la desesperación, no reconocí los días que siguieron, ni las semanas, ni los meses, se había ido tu sonrisa, ya no estabas ahí, acariciando tu barbilla mientras con la mirada me devorabas, tus ojos se habían apartado de mí, y yo, olvidé reír. Mis días se transformaron en invierno crudo y cruel... Lo que siguió los meses después, un verdadero horror, el reencuentro no fue mejor, puñaladas mutuas de recriminación, desprecio, rencor, dolor que nos martirizó, hizo surgieran duras y despectivas palabras de tu boca, y mi herida se profundizó...
Cuando ya creí que no volverías, comencé lentamente una nueva vida, rodeada por mis amigos, creé un mundo que me protegía, donde mis penas compartía; sin quererlo alguien más llegó a mi vida, se fue metiendo en mi piel inventando nuevas alegrías, así su sonrisa, trajo nuevamente luz a mis días, esperanzas y dicha. Cuando creía que de ti pasaría, apareciste ante mi puerta diciendo que no me olvidabas, que yo seguía en tu vida, que como perro lastimado aún mi recuerdo te dolía, fui presa de mi amor que renacía, quise luchar por aquello que guardaba en mi pecho, mientras con fuerza mi corazón latía...

Nuevo dolor, nueva tristeza, nueva desdicha, saber que prohibido eres por esas circunstancias, ese tiempo, que apresan dolorosamente tu vida, ver con dolor que tus sentimientos hacia mí en dos te partían, no mejoró mis días, ni dio paz a nuestros deseos que con fuerza revivían.
He descubierto el jardín que en silencio construías, tus palabras impresas, cargadas de desdicha no pasaron inadvertidas, comprendí y acepté lo que decías sobre las obligaciones, los deberes, las razones que te guían, recordé a quien estaba ahora entrando en mi vida, y vi el dolor que en él tu presencia ceñía, injusticia para quien me devolvía la alegría, injusticia despreciarle cuando tu ya no serías mi vida, imposible pagarle con desidia, él no merece tanta desdicha por querer llenar de amor mi vida vacía.

Hace unos días te escribí para finalmente despedirme, diciéndote que serían sus brazos los que me cubrirían, será su amor el que dé calor a mi vida, serán sus besos los que recorran mi piel en las noches frías, el que pinte mi mundo de color y traiga el sol a mis días, ahora soy yo quien parte de tu vida, quien con dolor se despida, sólo puedo decirte que te llevo en el corazón, y siempre serás Mellilla